Nuestra ciudad es una de las pocas ciudades que no goza de una plataforma de turismo destacada, distintivo que caracteriza a otras muchas ciudades de nuestro país.

Sin embrago y tal vez podemos argumentar la escasa oportunidad que “tenemos” de potenciar algún recurso que nos permita explotar dicha vena comercial. Pero nuestra ciudad tiene historia y bastante rica por cierto.

Así comenzamos a escarbar en esta trayectoria de más de cien años y en donde podemos encontrar desde grandes historias ligadas al ámbito económico, religioso, militar e historia como país. Existen historias de grandes personajes ligados a la resistencia mapuche así como representantes del plano militar, historias pioneras en el área económica así como en el plano religioso y porque no decirlo, también en el plano histórico musical. Un área esta última que aún tiene representantes en el más absoluto anonimato y que puntualmente, tal vez y podrían potenciarse con la dedicación adecuada. Pero como atraer la atención necesaria de una comunidad absorta en la caja llamada televisor?…

Muchas veces existe el esfuerzo no menor de personeros Traigueninos que han, en vano, intentado resaltar el valor intrínseco de estos vecinos que aún viven, en nuestra comunidad y que debiéramos considerar como patrimonios no históricos sino necesarios a conservar y destacar: refiero a los cantores populares cuya rica historia poética y musical se va perdiendo día a día en el ingrato y despreciable trato de una desconsiderada y poco criteriosa comunidad, consumista de mercadotecnia.

Mientras sigamos considerando la masiva asistencia de públicos a eventos populares y desconsiderando nuestros valores y nuestra historia, seguiremos desconociendo nuestra identidad y nuestros potenciales recursos turísticos. Tenemos grandes historias, personajes y lugares desconocidos… para crear o potenciar un rico menú turístico.

Finalmente y para muestra un botón, la fotografía nos muestra un apetecido paisaje para quienes lo visitan y corresponde a un tramo del río Traiguén en el sector de Quichamahuida, absolutamente natural y sin un solo recurso en inversión, anonimato absoluto.